Las guerras de Diego (Las Tres Edades) by Jordi Sierra i Fabra

Las guerras de Diego (Las Tres Edades) by Jordi Sierra i Fabra

autor:Jordi Sierra i Fabra [Fabra, Jordi Sierra i]
La lengua: spa
Format: epub
ISBN: 9788498416923
editor: Siruela
publicado: 2011-11-24T06:00:00+00:00


26

«Todo es posible (si tú lo quieres)»

Me terminé el libro de Carla antes de nuestra cita, para tener algo de que hablar y comentarlo. Claro que mientras se ve una película no se puede abrir la boca, porque la gente empieza a sisearte, pero antes, en la cola, y a la salida, algo habríamos de decirnos.

Aquella tarde mamá me dijo que el abuelo había llamado.

–Me ha pedido que te quedes a dormir la noche del sábado, para seguir contándote la historia de las guerras de España. Dice que lo hablasteis.

–Sí, pero...

–Pero ¿qué?

–No quiero dejarte sola.

–Gracias –dibujó una sonrisa de madre complacida–, pero me gustará que lo hagas.

–¿No te importa?

–No, y a ellos les harás muy felices.

–El sábado voy al cine con Carla.

–Sales, charlas o paseas con ella un ratito, vienes a por una muda y te vas a casa de los abuelos.

Lo de charlar o pasear me puso el pelo de punta.

No dije nada.

–Estaría bien, sí –reconocí–. Pero sólo si tú estás de acuerdo.

–¿A qué viene tanta protección? –alzó las cejas–. ¿Quién no te dice a ti que no me vendría mal hacer una escapadita?

–¿Tú?

–Para cenar con Amparo, sí, por ejemplo. Hace la tira que no nos vemos.

–Entonces, vale –me sentí aliviado.

No siempre se entienden las sutilezas o artimañas de los adultos.

Ellos en cambio pillan todas las nuestras.

A medida que se acercaban las cuatro menos cuarto de la tarde del sábado empecé a ponerme nervioso. No vi a Carla en ningún momento. Me dio por pensar un montón de tonterías, que si se iba a olvidar, que si venía me quedaría mudo, que si... Tantos fueron los nervios que me olvidé de papá, de su guerra, del abuelo, de su cáncer, de mamá y de ir a recoger el periódico del señor Venancio el viernes.

El sábado por la mañana, la angustia creció.

¿Por qué las chicas no se ponen nerviosas y nosotros sí?

¿O también lo están y lo disimulan mejor?

Pasé un buen rato en el ordenador y vencí la tentación de adelantarme a los acontecimientos leyendo algo de lo que el abuelo iba a contarme por la noche, para sorprenderle con mi sapiencia. Decidí que era mejor que él me sorprendiera a mí, porque él lo narraba todo como si fuera una película. En cambio, repasé un poco lo de Carlos III, para ordenarlo y entender algunos detalles confusos que, por no interrumpirle, me habían quedado flotando en el limbo de mi cabeza. A la hora de comer, las manecillas del reloj iban a toda mecha rumbo a las cuatro menos cuarto.

Mamá no decía nada.

Lo peor fue decidir qué ponerme. No era un encuentro casual. Era una cita. Si iba de normal, a lo peor ella pensaba que no le daba importancia, pero si me ponía algo «diferente», a lo peor se lo tomaba mucho más en serio y eso la hacía estar tonta. Y no es que Carla pareciera presumida o de esas que juegan y se hacen las interesantes.

Decidí ir de normal.

–¿Vas a ir así al cine con Carla? –me preguntó mamá al verme.



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